Comentario
A su posesión de Saint Thomas, que se convirtió pronto en un importante foco de contrabando, añadieron los daneses Saint John, otra isla del archipiélago de las Islas Vírgenes, donde se instalaron en 1717. Dos años después, estas islas fueron a parar a la Compañía de las Indias Occidentales danesa, que se ocupó de llevar a ellas numerosos esclavos y de fomentar los cultivos tropicales de caña azucarera, algodón y añil. En 1733, estalló una sublevación de esclavos que fue dominada con mucha dificultad. Ese mismo año, Dinamarca compró por 3.200.000 francos la isla de Saint-Croix a Francia, que añadió a su pequeño, pero próspero, complejo colonial.
En 1754, la Corona asumió el gobierno de las tres islas que orientaron su economía al contrabando, compaginado con la producción de algunos frutos tropicales. Saint Thomas fue puerto libre desde 1755, arribando a ella embarcaciones de todas las colonias en busca de efectos y manufacturas baratas. A fines del siglo XVIII, las islas Vírgenes danesas tenían 31.436 habitantes, de los que 28.854 eran negros y el resto blancos. Gozaban entonces de un envidiable tráfico comercial. A comienzos del siglo XIX, las islas danesas fueron invadidas por los ingleses.